Un local en los soportales de un edificio de una cuesta que apenas era visible fue capaz de hacerse un hueco en el corazón, paladar y estomago de los vallisoletanos.
Pequeñito, acogedor, con personalidad y una cocina acristalada dando visibilidad a todo lo que llegaba a la mesa de nuestros comensales, fuimos dando forma a la hamburguesa Gourmet de calidad en un ambiente profundamente americano con un concepto dinner de
los años 50.